domingo, 4 de noviembre de 2012

Tenerife no tiene playas naturales

El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife ha rechazado la petición de indemnización por casi 36.500 euros del matrimonio S.J.A.M. y M.C.B.P. después de que en el mes de agosto de 2009 ambos sufrieran diversos daños cuando paseaban por la orilla de la playa de Las Teresitas. En ese momento tropezaron en uno de los hoyos que se forman durante esa época del año y que llegan a alcanzar hasta medio metro de profundidad, lo que les causó heridas que dieron lugar a secuelas tanto físicas como psicológicas. La Corporación local, sin embargo, considera que la aparición de estas arenas movedizas es de sobra conocida por los usuarios de la playa y, por lo tanto, defienden que están eximidos de cualquier tipo de responsabilidad. Además, indican que durante las épocas en las que aparecen a causa de las mareas de agosto se sitúan diversas señales de advertencia. El Ayuntamiento incluso llega a tachar de “imprudentes” a los cónyuges al considerar probado que son usuarios habituales de la playa y que, por lo tanto, con más razón deberían haber sido especialmente cuidadosos a la hora de transitar por la orilla. El Consejo Consultivo emitió su informe preceptivo y coincide con el Ayuntamiento en que no corresponde abonarles ninguna indemnización, por lo que la única vía que le queda ahora a este matrimonio es recurrir a los tribunales. El Ayuntamiento intentó que se responsabilizara de lo ocurrido a la Dirección General de Costas, pero desde este organismo se recordó que las competencias en la limpieza y conservacíón de la playa recaen de forma exclusiva en la Corporación local. Lo cierto es que en la playa se produce desde hace al menos veinte años un fenómeno bastante extraño que consiste en el hundimiento de la arena y la aparición de un burbujeo que indistintamente es conocido con los nombres de chorros, aguas dulces, géiseresy arenas movedizas cuyo origen aún no se ha podido concretar. Luis Puga y Juan González Fariña, profesores de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Civil e Industrial de la Universidad de La Laguna, elaboraron en su momento un trabajo llamando la atención sobre este fenómeno. El análisis que han realizado determina que estos chorros vienen a evidenciar un comportamiento del drenaje natural del agua de mar almacenada en la propia arena y, posiblemente, en el resto del subsuelo. Este hecho ha dado lugar a que algunos de los bañistas se hundan, por lo que el Ayuntamiento, a través de la empresa Urbaser, ha optado desde hace años por colocar en estos puntos piedras, vallas y señales informativas sobre el peligro. No obstante, en ciertas ocasiones se producen percances, ya que la aparición de las arenas movedizas se suele centrar en el mes de agosto, que es el de mayor afluencia de bañistas, y además su ubicación es imprevisible. Las piedras son colocadas alrededor de los chorros de agua y arena que causan los géiseres, un fenómeno que se ha ido extendiendo cada vez más en el tiempo. Estos profesores no consideran adecuada esta solución dada desde el Ayuntamiento al estimar que da lugar a que aumenten las manchas tanto en cantidad como en extensión. Los estudiosos no son totalmente pesimistas sobre la posibilidad de dar solución al extraño fenómeno, pero sin embargo creen que se debe llevar a cabo algún estudio aunque sea básico sobre su origen. Las arenas movedizas se sitúan sobre todo en la orilla en la mitad de la playa. Estos géiseres aparecen en pequeñas zonas, en total no suman más de cuatro puntos y se ha comprobado que el borboteo tan sólo es el efecto y no la causa de estos fenómenos. La profundidad máxima detectada alcanza el medio metro, lo que puede implicar más un susto y dar lugar a daños como los que ahora han sido denunciados. Tres hipótesis Existen, al menos, tres hipótesis sobre las causas de este fenómeno. La primera es que se trata del drenaje natural en un terreno permeable, de las aguas, exclusivamente marinas, que ocupan el lugar con marea alta. En tal caso, podría justificarse con conductos preferentes localizados en el terreno, por los que se encauza este drenaje con mayor caudal. También podría ser que las surgencias sean de agua dulce mezclada con salada, en forma de lo que a lo largo de la historia se llamaron maretas, aprovechadas muchas de ellas para la aguada de los barcos. Y la última posibilidad es que sean salidas de aguas negras o grises con origen en los baños de la playa y de los fregaderos de los kioscos singularmente por los de los accesos quinto y noveno, pues los del uno están demasiado alejados. Los profesores señalan que aunque la ubicación podría apuntar a esta última posibilidad, lo cierto es que “una simple observación visual y olfativa permite descartarla“. También podría tratarse de agua que viene desde las antiguas barranqueras situadas en el risco y que desemboca en el puesto de la Cruz Roja. Este flujo se completaría con las salidas desde algún depósito subterráneo de aguas dulces que evacue sus caudales a medida que le posibilita la carrera de marea. La solución de colocar piedras en este entorno, según los estudios, no arregla nada y además causa que el fenómeno se vaya moviendo a lo largo del terreno. Casos parecidos se han identificado también en otras playas artificiales al igual que es la de Las Teresitas que a principios de la década de los años setenta sufrió una remodelación total con la regeneración de arena rubia traída desde el Sáhara y la construcción de un dique.

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